jueves, 19 de agosto de 2010
Aparece la derecha endógena en Bolivia
El presidente Evo Morales obtuvo una aplastante victoria electoral en diciembre pasado, por eso muchos de quienes vivimos en Bolivia creímos que 2010 sería un año de baja conflictividad social y consolidación de la gestión.
Nos equivocamos, este año el proceso de cambio boliviano se ve enfrascado en un conflicto tras otro, con la novedad de que esta vez la mayoría de las protestas provienen de sectores que apoyaron históricamente las luchas contra el neoliberalismo.
Hay diferentes líneas de análisis para abarcar estos hechos, los más oficialistas dicen que detrás de todo está la mano de la embajada estadounidense, los críticos de izquierda argumentan que al gobierno le falta pulso para negociar, muchos ciudadanos comunes afirman que el gobierno es soberbio y la derecha aprovecha para fogonear los conflictos y explotar los cortocircuitos entre Evo Morales y las bases que lo sustentan.
Probablemente todas las líneas argumentales tengan algo de cierto.
Cuando el gobierno logra frenar un conflicto se le abre otro, pareciera que existe una mano maestra que digita todo, Washington.
Las protestas se radicalizan porque en sus inicios el gobierno se muestra reacio a dialogar. Los potosinos apoyaron de manera abrumadora con porcentajes que oscilaron entre 60 y 80 por ciento a Evo Morales, pero el presidente no quiso ir a Potosí para atender sus más recientes reclamos. La derecha aprovechó bien y a día de hoy –lo más probable es que esto se revierta sin mayores complicaciones- ha sabido capitalizar un descontento contra el presidente en esa región.
¿Se cuida la imagen del Presidente si lo protegemos de exponerlo en zonas de conflicto, o se la perjudica porque el pueblo lo asume como ausente?
Los principales voceros del gobierno deslegitiman las movilizaciones argumentando que son políticas.
Antonio Peredo, hermano de dos guerrilleros que combatieron junto al Che y ex candidato a la vicepresidencia de Evo Morales, dice que cuando escucha esos argumentos se le erizan los pelos y argumenta que ese tipo de acusaciones corresponden al léxico de las dictaduras militares.
Peredo insiste en promover una autocrítica y pone énfasis en la necesidad de acercarse nuevamente a las bases que llevaron a Evo Morales al poder y hoy parecen desatendidas.
El periódico privado El Día de Santa Cruz difunde fricciones internas dentro del partido gobernante:
“El Movimiento Al Socialismo (MAS) alianza de izquierdistas e indigenistas que llevó al poder a Evo Morales en 2006, se fracturó por la huelga de 19 días que hizo en su contra Potosí, región donde el mandatario boliviano tuvo en 2009 un 80% de los votos.
Diputados del MAS pidieron revocar el mandato de varios legisladores del mismo partido que se sumaron a una huelga de hambre y otras protestas en ese departamento andino fronterizo con Argentina y Chile, confirmó el subjefe del grupo parlamentario gubernamental, el senador Eugenio Rojas.
El diputado oficialista Luis Gallego, también dirigente de la Federación de Campesinos del norte de Potosí, solicitó cesar al senador Eduardo Maldonado y los diputados Juan Carlos Sejas y Hugo García, todos del MAS, por sumarse a la huelga.”
La Red Erbol publica un cable que introduce nuevos elementos:
“El presidente Evo Morales admitió este jueves que hay políticos de la derecha dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS), los cuales trabajan desde el interior del partido para perjudicar su gestión y evitar que el proceso de cambio prosiga.
’Desde el primer momento que comenzamos siempre ha habido traidores, cuando se sienten impotentes de enfrentarnos con propuestas y programas se infiltran en organizaciones sociales y en la dirigencia de nuestro partido, entendemos pues que hay gente implicada de acciones de conspiración, que es la otra estrategia de derecha para perjudicar el proceso’, sentenció el mandatario en conferencia de prensa en el Palacio de Gobierno.”
Y a partir de estas líneas me surge una interrogante:
¿Quiénes son los infiltrados de derecha dentro del MAS?
Los que se mantienen fieles a sus bases y se suman –por ejemplo- a las protestas de los Potosinos, o los que piden su expulsión por sumarse a la huelga?
Es decir; los que se suman a la huelga podrían ser infiltrados de derecha porque la huelga es en contra del gobierno y por lo tanto están participando de una medida que desestabiliza la gestión de Evo Morales.
Y los que piden la expulsión de esos huelguista también podrían ser infiltrados de derecha, promueven políticas que alejan la gestión del ejecutivo de sus bases, dificultan el diálogo y de esa manera promueven la desestabilización que afecta al gobierno.
Un último párrafo de Erbol vuelve a sumar otro elemento:
“De esta forma el Presidente corroboró las afirmaciones de que hay grupos sectarios dentro del MAS, cuya afirmación corrobora lo denunciado por Adrian Lobera, secretario general de la Confederación de Colonizadores de Bolivia, quien dijo el pasado viernes que masistas de primera (infiltrados) gestan un golpe al interior del partido para propiciar la caída de Morales.”
Desde mi punto de vista, lo primero que debería hacer el gobierno –y de manera urgente- para bajar el nivel de conflictividad es comenzar a discutir de manera más abierta todos estos temas, en privado con todos sus dirigentes y organizaciones sociales; y en los medios de comunicación con la opinión pública.
Y la novedad ante todo esto, es que estos hechos parecerían anticipar y/o identificar, tal como ocurrió dentro de la Revolución Bolivariana, el desarrollo de una derecha endógena dentro de las esferas gubernamentales.
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