miércoles, 24 de agosto de 2011

miércoles, 27 de julio de 2011

domingo, 22 de mayo de 2011

Declara la ex Presidenta de la Radio del Sur


La siguiente nota fue levantada del blogg del colega Luigino Bracci Roa. En ella se detallan aspectos relativos a la destitución de la profesora Cristina González de su puesto de presidenta de la Radio del Sur. El caso evidencia la arbitrariedad e intolerancia aplicada por parte de la autoridad venezolana competente en la materia hacia compañeros revolucionarios con probada trayectoria en la defensa de la comunicación contrahegemónica.
A continuación la nota referida:

La profesora Cristina González, ex presidenta de la Radio del Sur, calificó de "un lamentable error" el comunicado emitido por entes gubernamentales el 23 de abril de 2011, en el que se describe la entrega del editor de ANNCOL como prueba del "compromiso inquebrantable en la lucha contra el terrorismo, la delincuencia y el crimen organizado" por parte del gobierno bolivariano.

Sus palabras fueron emitidas en el foro "Estado y Comunicación: el caso Pérez Becerra", organizado por el Foro Social Mundial este sábado en la sede de Cotrain, en La Florida. González compartió tribuna con Gonzalo Gómez, miembro de Aporrea.org; el escritor Giulio Santosuosso, y el fotógrafo Iván Maiza. En total, 26 de los asistentes pidieron derecho de palabra en un evento que se extendió por casi 4 horas, la enorme mayoría expresando su disgusto, ya sea en torno a la extradición o en torno al cierre del debate en entes gubernamentales.


"Él hace lo mismo que todos nosotros, exactamente igual"

La comunicadora se mostró muy preocupada de que "en un documento oficial del país quede sentado un precedente donde se diga que Venezuela es inquebrantable en su condición de perseguir el terrorismo". Se acusó de terrorista a "Joaquín Pérez Becerra cuando él hace lo mismo que todos nosotros, exactamente igual. Él representa una agencia de noticias, él representa además un sector de resistencia, salvo que me demuestren lo contrario. Y es una fuente que hemos estado usando los últimos años, permanentemente", dijo la comunicadora en referencia a ANNCOL, la Agencia de Noticias Nueva Colombia, que aparece citada al menos 300 veces por el sitio web de Telesur.

Es comúnmente aceptado que el uso de términos como "terrorista" y "lucha contra el terrorismo" por parte del gobierno estadounidense y sus aliados, ha ayudado a justificar invasiones y ataques militares a países como Afganistán, Irak y Libia, así como el arresto, tortura y asesinato de luchadores sociales y contrincantes políticos en todo el mundo. Por ello, muchos analistas han advertido de la peligrosidad de que, desde gobiernos progresistas, se copien estos términos.

González fue destituida de su cargo de presidenta de La Radio del Sur el pasado 9 de mayo, dos semanas después de la extradición del periodista Joaquín Pérez Becerra a Colombia. La emisora fue uno de los pocos entes del Estado venezolano que continuó brindando una cobertura imparcial de los hechos, que fueron omitidos de prácticamente todos los otros medios del Estado venezolano.

Extraoficialmente se ha conocido que hubo una fuerte discusión en una reunión de medios públicos el mismo día de la extradición, entre el ministro de Comunicación, Andrés Izarra, y la periodista González por el referido comunicado. Izarra habría admitido el error, pero también exigió que no se hablara más de Pérez Becerra en los medios públicos. En el Correo del Orinoco y en Vive TV las órdenes de callar también causaron fuertes polémicas y disgustos entre sus trabajadores, y también causó fuertes discusiones a lo interno en movimientos como el de Periodismo Necesario.

"La invisibilización real que hubo en los medios de comunicación no sólo existió en VTV o La Radio del Sur ; yo trabajo en un medio de comunicación donde también hubo una represión y una persecución para que no se hiciera crítica alguna", denunció una de las 26 personas que intervino en los derechos de palabra del foro, quien pidió a los comunicadores presentes permanecer en el anonimato. "Nosotros creemos fielmente en el debate, que se hace en momentos de no tantas crisis, porque es una retórica bonita e importante, pero cuando finalmente se realiza se le califica de hiriente, persecutoria y hay que coartarla".

Separa los casos de YVKE Mundial y Radio del Sur

La periodista González, quien también dirigió la emisora estatal YVKE Mundial hasta el año 2009, explicó la diferencia entre las dos salidas: "Cuando salí de YVKE Mundial, yo sencillamente encontré una explicación muy clara: estuve 5 años y medio en YVKE Mundial con un equipo extraordinario que hizo un trabajo maravilloso y sin un centavo de presupuesto. Llegó el presupuesto, llegó el (actual director) y punto. No explico más. Cada quien interprete de forma racional. Pedí a la gente que estaba conmigo que no abandonara, que los barcos no se abandonan en un momento como ese, que siguieran para ver si se podía mantener lo que se había creado. Para sorpresa mía, absolutamente todo fue cambiado." En esa primera ocasión, la ministra de Comunicación era Blanca Eekhout, hoy diputada de la Asamblea Nacional.

Continuó González: "Pero cuando me pasa esta segunda vez, ya lo tengo más claro. El ministro (Izarra) decide sacarme de allí, y esta vez sí digo que hubo un lamentable error que me causó una enorme preocupación". La periodista se refirió a la posición que "Venezuela, desde el comunicado del Ministerio del Interior y Justicia, suscribió; en donde acusan a este señor periodista sueco de terrorista, de contribuir en financiamiento a actos terroristas y de crímenes. Allí la cosa es diferente. Quiero creer que fue un lamentable error político comunicacional -no fue diplomático porque la Cancillería no tuvo nada que ver en el asunto- y lo quiero poner en el campo del error y no de algo hecho adrede; un error que después no se supo enfrentar. Y entonces, como lo más fácil es la represión, pasó lo que pasó".

Problemas entre el ministro y los trabajadores de la emisora

González también explicó un problema en torno a los trabajadores de la emisora: "Hay una segunda parte en La Radio del Sur que quiero comentarles: el ministro siempre le ha tenido el ojo puesto a La Radio del Sur porque yo tengo gente allí muy valiosa, que debería estar en Telesur si fuera el proyecto para lo que nació originalmente. (Estos trabajadores) fueron desplazados (de Telesur) por situaciones personales con el señor Izarra, que decidió otra cosa. Estaba en su derecho, era el presidente de Telesur. Él está en su derecho de escoger con quien trabajar y yo también estaba en mi derecho, puesto que fui nombrada presidenta de La Radio del Sur y decidí escoger a estas personas porque me parecieron extremadamente valiosas, honestas y serias".

Una lista de trabajadores de Radio del Sur a ser despedidos habría sido una de las imposiciones que Andrés Izarra puso a Desiré Santos Amaral, la nueva directora de la emisora, según informaciones extraoficiales. La medida aún no se ha concretado.

Al respecto, una de las personas que intervino en los derechos de palabra, el Sr. Carlos Yánez, denunció que "se ha empezado una campaña de descrédito por Twitter y otras redes sociales, donde se amenaza a trabajadores de La Radio del Sur porque son argentinos y colombianos". Indicó: "Creo que una revolución como la bolivariana no debe preguntarse nunca qué viene a hacer un revolucionario del mundo a Venezuela; creo que es algo xenófobo. Un revolucionario debe tener las puertas abiertas en cualquier revolución del mundo".

Cristina González, quien también es profesora de Comunicación Social en la UCV, alabó el artículo "Extradición" de Luis Britto García y el artículo "Los tres monitos" de Maryclen Stelling, "que creo que es durísimo y me sirvió a mí para reflexionar". También recordó el artículo "¿Quién controla la TV?" de Eleazar Díaz Rangel, basado en una investigación de AGB, según la cual el 70% de los venezolanos ven la televisión privada, el 25% ve televisión por cable y sólo el 5% sigue al Sistema Nacional de Medios Públicos. "Eso debe ser un dato para revisarnos", insistió.

Dijo además: "El ministro está en la potestad de destituirme y yo acepto mi destitución, pero también tengo derecho a defender lo que yo creo, y por eso el domingo pasado comencé mi programa leyendo mi Código de Ética del Periodista venezolano (...) yo sigo con mi Código de Ética por delante, porque contribuí en la comisión que escribió ese código en su momento".

Que la derecha no sueñe

Sin embargo, acotó que por ningún motivo permitirá que la derecha utilice su destitución para beneficiarse."Mi caso no ha sido para nada represión a la libertad de expresión. Donde voy, me expreso donde quiero, y sigo teniendo mis programas de radio (en RNV) donde digo lo que quiero", dijo González, y enfatizó que esa fue su postura cuando fue contactada telefónicamente por personas del IPYS (Instituto Prensa y Sociedad, ente de investigación asociado a la derecha latinomaericana), que trataban de hacer ver su caso como un ataque a la libertad de prensa en Venezuela.

También pidió al Partido Socialista Unido de Venezuela asumir la orientación y la formación ideológica de las y los militantes del proceso.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Nuestra indignación teledirigida


Los acontecimientos dentro del mundo árabe y musulmán desatan nuevos escenarios de manera cotidiana, escenarios que deben estar siendo analizados a tiempo real por los tanques pensantes (think tanks) del Imperio.
Desde aquí le propongo el siguiente ejercicio intelectual: Póngase por un momento en los zapatos de esos tanques pensantes asalariados del Pentágono, la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
El mundo árabe está inmerso en una oleada revolucionara sin parangón en las últimas décadas, o probablemente -por el status actual de las comunicaciones- en una oleada sin parangón en toda su historia.
Nosotros somos esos tanques del pensamiento con despacho en Washington y debemos encontrar una fórmula para que los gobiernos que surjan de esas oleadas revolucionarias sean afines a nuestros intereses. La mayoría de los países que se ven afectados por estas revueltas son hasta el día de hoy nuestros aliados (Bahrein, Arabia Saudita, Yemen, Túnez, Marruecos, Libia, Egipto, Jordania).
Los miles de árabes que salen a las calles de todos estos países no son afines a nuestros intereses, pero tampoco son enemigos, no son fanáticos islamistas, son –generalizando- clases medias que buscan espacios de mayor democratización en sus sociedades.
Un punto juega a nuestro favor, en ninguno de estos países existen partidos organizados que puedan capitalizar estas protestas en pro de una nueva era política contrahegemónica y alejada de nuestros intereses.
Este escenario nos suma un nuevo elemento a nuestro favor, las clases dominantes de la mayoría de esos países son las que manejan todos los resortes de sus burocracias, al no haber otras opciones políticas viables podemos quitarle el aval a quienes fueron nuestros dictadores aliados para sustentar en el poder a caras nuevas que –como forman parte de la antigua burocracia- también respondan a nuestros intereses.
Esto es lo que hicimos en Egipto al permitir la caída de Hosni Mubarak para reemplazarlo por los militares que tan bien conocemos y tan buenos amigos son.
Esta jugada nos trae varios beneficios, nos mostramos cerca de los reclamos populares, condenamos las represiones desatadas por nuestros antiguos dictadores amigos y de esa manera acompañamos la oleada de cambios para que no cambie nada. En definitiva los nuevos gobiernos resultantes de las revueltas seguirán siendo nuestros aliados incondicionales.
Resumiendo, si logramos desarrollar bien esta jugada le podremos presentar a la opinión pública global que hemos ayudado a democratizar un mundo árabe que en realidad seguirá siendo tan dócil a nuestros intereses como siempre. Adicionalmente es probable que las sociedades que viven dentro de esos países tengan una leve mejoría en cuanto al acceso a sus derechos universales.
Pero esta partida de ajedrez nos permite beneficios que no nos habíamos imaginado, el más importante es aprovecharnos de las movilizaciones para desatar la caída de aquellos gobernantes que no nos simpatizan.
Muamar Gadafi fue nuestro enemigo durante muchos años, luego se acercó a nosotros y como no teníamos una opción real dentro de Libia aceptamos su amistad, pero nunca fue de nuestro agrado. Hoy tenemos la posibilidad de librarnos de él. Cometió muchos errores y tenemos la capacidad de excitar mediáticamente al mundo y a su pueblo en su contra. Ya tenemos el antecedente de Saddam Hussein, ahora no desaprovecharemos la posibilidad de sacarnos de encima al autodenominado Rey de África.
Si descubrimos que podemos hacer lo mismo con Bashar al Assad en Siria lo haremos, y si como complemento podemos deshacernos de Mahmud Ahmadineyad y de la revolución iraní no dejaremos pasar la oportunidad, nuestros agentes de inteligencia trabajan desde hace más de 20 años en esos países para desestabilizar a sus gobiernos; y ahora nos encontramos sin buscarlo ante esta posibilidad histórica.

La discusión desde la izquierda
Las movilizaciones populares son la bandera de todos quienes nos consideramos progresistas, nosotros sabemos que los cambios se traccionan con movilización, por eso las saludamos y notamos que hoy el mundo árabe está movilizado.
Adicionalmente hay que decir que todos los gobiernos que hemos nombrado tienen serios vicios de autoritarismo, por lo que debemos saludar que sus sociedades avanzan en la búsqueda de democratizarse.
Pero el razonamiento no es tan simple, en el caso libio no son solo civiles los que salen a reclamar la renuncia de Gadafi, las mismas potencias agresoras temen que el armamento que están a punto de enviarles a los rebeldes para combatir al dictador caigan en manos de terroristas que en un futuro puedan volverse en su contra (tal como pasó en Afganistán cuando financiaron a Osama Bin Laden para combatir a los soviéticos).
Adicionalmente desde una mirada progresista, habrá que anotar que todos los procesos de cambio que se están experimentando en el mundo árabe apuntan a quedar –como ya dijimos- en manos de aliados incondicionales de Washington, lo que torna aún más complejo la postura a adoptar.
Si simplemente aplaudimos todas las movilizaciones y condenamos todas las represiones, podemos seguirle el juego a los tanques pensantes de Estados Unidos, que con nuestra colaboración cambiarán la ficha de Mubarak por otro tan lamebotas como él, mientras de paso se sacarán de encima a quienes no son de su agrado para instalar allí a otros lamebotas.
Si Ahmadineyad es derrocado por revueltas populares su lugar no lo ocupará un aliado del ALBA, lo hará alguien designado por Washington, lo mismo aplica para Al Assad (Siria) o para Gadafi (Libia).
Y ya sabemos que para sacudirse a quienes no son de su agrado, el Imperio cuenta con un arsenal cultural listo para bombardearnos indiscriminadamente de acuerdo con sus intereses geopolíticos.
Este aspecto atraviesa una de sus etapas más apasionantes ante el caso de Gadafi.
Algunos ejemplos:
Hace unos diez días una de las periodistas más progresistas de Bolivia (Amalia Pando) invitó a su programa a otro periodista y analista progresista especializado en temas internacionales (Pablo Stefanoni).
Ambos se hicieron un banquete describiendo las atrocidades cometidas por Gadafi en contra de su pueblo, sobre todo por los tan promocionados bombardeos del dictador en contra de los civiles en Bengazi.
En un mundo plagado de comunicaciones, donde cotidianamente llegan vía agencias y canales internacionales imágenes tomadas por pequeños teléfonos u otro tipo de filmadoras rudimentarias, ninguno de los grandes medios que trabajan intensamente por destrozar la imagen de Gadafi pudo mostrar una imagen contundente de los salvajes bombardeos sobre Bengazi. Incluso en esta ciudad controlada por los rebeldes hay decenas de corresponsales extranjeros que tampoco pudieron hacerlo.
Estamos en una guerra informativa, afirmó Hillary Clinton hace un par de semanas, y todos sabemos que la primera víctima de la guerra es la verdad.
Los estímulos (tergiversaciones o mentiras) impulsados por el ejército culturar del Imperio y sus aliados pueden penetrar hasta en profesionales de la información identificados con principios progresistas.
Que Gadafi bombardeó a población civil es el caballito de batalla de los que desataron una acción militar en su contra, tal vez sea cierto –pero tal vez no-, los que trabajamos como profesionales de la información debemos darnos cuenta de que faltan muchos elementos para demostrarlo, por ende no podemos dar rienda suelta a esa versión como si se tratara de una verdad irrefutable. Lo más sensato parecería ser presentar esta posibilidad aunque con las reservas del caso.
El pasado 8 de marzo desde Libia, el periodista Kim Sengupta escribió para el periódico inglés The Independent:
“El uso de aviones de guerra por el régimen se ha convertido en una tema altamente emotivo, pero contrariamente a lo que afirman algunos en el movimiento de protesta, hay poca evidencia para poder demostrar que los civiles son deliberadamente un objetivo. Todos los ataques con bombas y misiles –con la excepción de uno cerca de los departamentos en Ras Lanuf– fueron apuntados a lugares alejados de grandes reuniones.”
Sengupta tiene larga experiencia en conflictos armados y el diario The Independent no se caracteriza por ser anti imperialista; he seguido cotidianamente su cobertura desde el lugar de los hechos y en ella destacan los detalles de la represión de las fuerzas de Gadafi contra los rebeldes armados y el drama vivido por los civiles, tanto por cuenta del ejército regular como por parte de los alzados.
Cabe resaltar que reprimir a rebeldes armados es una cosa y lanzar bombas contra civiles desarmados una muy diferente -sin embargo esta es la matriz mediática que se montó, y es la que sirvió para justificar los bombardeos de EE.UU., Francia y Gran Bretaña-.
Este es un caso que evidenciaría como la opinión pública global que incluye a periodistas críticos puede ser manipulada en pos de la consecución de determinados intereses geopolíticos.
Millones se indignaron por los asesinatos de Gadafi, y hay evidencias que nos indican que esos asesinatos indiscriminados fueron inventados.
El 17 de marzo todos los grandes medios internacionales publicaron que Gadafi había mencionado en un discurso dirigido al pueblo de Bengazi que entraría en la ciudad tal como las tropas del dictador Francisco Franco ingresaron a Madrid.
Millones temblaron y también se indignaron ante esa declaración, entre ellos mi compañero de trabajo Ricardo Bajo, con quien todas las tardes realizo el programa Con Textos en la Red Patria Nueva.
Luego de una agria discusión al aire, Bajo sentenció:
“Condenemos a todos los dictadores, Gadafi es un dictador y asesino de su pueblo…el señor Gadafi -y para mí con esto está terminada la discusión, ese tipo es un asesino de su pueblo- dijo antes de que se estableciera la zona de exlusión aérea ‘voy a entrar en Bengazi como entró Franco en Madrid’, punto final”.
Pero nuevamente hay serios indicios que nos indican que la reacción colérica de Bajo también podría haber sido direccionada por el ejército cultural en guerra informativa.
Kalid Kaem, vicecanciller libio, ofreció una conferencia de prensa el pasado lunes en la que denunció que el mencionado discurso de Gadafi era un llamado a la paz, el amor y la unidad, además presentó la transcripción del discurso para demostrarlo y ofreció una copia a cada uno de los corresponsales extranjeros presentes en Trípoli.
Esto es gravísimo, ese discurso de Gadafi al pueblo de Bengazi fue el que sirvió de excusa para que en menos de 48 horas se reúna el Consejo de Seguridad de la ONU y aprobara la resolución que dio inició a la agresión militar.
Si la versión del gobierno libio fuera cierta, estaríamos –una vez más- ante un caso de manipulación masiva de la opinión pública global con el fin de justificar una acción militar de las potencias occidentales.
Si tomamos en cuentas los antecedentes de estas potencias en materia de preparar mentes para la guerra, aparece más creíble la versión del Vicecanciller que la del ejército cultural del Imperio.
Desde Uruguay, segunda parada de su gira latinoamericana que lo trajo a Bolivia el pasado jueves, Hugo Chávez describió este accionar:
“Y los medios de comunicación que ellos manejan, televisión, radio…van bombardeando, van bombardeando, van creando condiciones, luego, si la oportunidad se les presenta ayudan a generar hechos violentos dentro de ese país, luego las víctimas de esos hechos violentos se las achacan al presidente que quieren derroca, ya sin tener una sola prueba…asesino, en Venezuela ocurrió tal cual”.
Analizar todos estos hechos desde un punto de vista del profesional periodista o del receptor de las informaciones requiere de cuidados extra en estas épocas y ante estos acontecimientos.
La comunicadora anteriormente mencionada (Amalia Pando) –quien me despierta un enorme respeto al igual que mi compañero Bajo- aseguró en su programa que la comunidad internacional había demorado mucho en controlar las matanzas de Gadafi.
Imagine Ud. que todo el ejército mediático afín a este sistema que nos gobierna volcara su cobertura a las matanzas que cotidianamente produce Estados Unidos en Afganistán y/o Pakistán.
Si Ud. observará esa cobertura diaria en sus televisores podría asegurarle que estaría más que indignado y con la sensación de que la comunidad internacional debería ponerle un freno a tales acciones.
Pero esto no ocurre nunca y es una prueba más acerca del poder que ostenta este ejército cultural que nos indica ante cuáles hechos debemos indignarnos (incluso utilizando mentiras) y cuales nos deben resultar indiferentes.
Adicionalmente ya ha quedado claro que EEUU, Francia y Gran Bretaña no están en Libia para frenar las matanzas de Gadafi tal como los mandató el Consejo de Seguridad de la ONU, sino para acompañar el avance de los combatientes contrarios a Gadafi en su intento por tomar Trípoli y deponer al dictador; por eso discuten la mejor manera de armar a los combatientes.
¿Es más legítimo condenar al gobierno libio que al estadounidense por los bombardeos o las matanzas en contra de poblaciones civiles?
Mientras discutimos esto y la postura que debemos asumir ante Gadafi, los tanques del pensamiento imperial avanzan, igualmente lo hacen sus operadores políticos y sus aviones cazabombarderos; finalmente las posibilidades de agigantar la hegemonía estadounidense en la región se consolida.
¿A qué intereses responderán los milicianos y dirigentes que hoy luchan por derrocar a Gadafi?
¿A los de los países que le sirven de Fuerza Aérea y les proveen de armamento, o a los de un proceso democratizador, nacional y popular?
Nosotros podríamos empezar impidiendo que se aprovechen de nuestra teledirigida indignación.

domingo, 27 de febrero de 2011

¿Qué hacemos con Gadafi?


Los levantamientos en el mundo árabe no se detienen, Egipto siguió a Túnez y Libia a Egipto. Cada proceso tiene sus particularidades y en el caso Libio un elemento genera polémica y dudas entre los analistas, funcionarios y gobernantes progresistas o de izquierda: la figura de Muamar el Gadafi, el líder que por más de 40 años gobernó los destinos de esta potencia petrolera del norte de África.
Gadafi llegó al poder en 1969 y pronto destacó como una figura anti imperialista y socialista, el famoso Libro Verde del líder fundamentó el socialismo libio y es material indispensable para cualquier estudioso de los movimientos revolucionarios del Siglo XX.
Su figura despertó tanto odio en Washington que el palacio presidencial de Trípoli fue bombardeado por Estados Unidos el 15 de abril de 1986 (allí murió una hija adoptiva de Gadafi).
La revolución Libia mantuvo su impronta anti imperialista desde lo discursivo, pero desde el ataque a las Torres Gemelas hasta aquí, su práctica política se modificó radicalmente. Para Washington Gadafi pasó de demonio a un gobernante que podía utilizarse como aliado circunstancial en la lucha contra el terrorismo.
El 5 de septiembre de 2008 la entonces secretaria de estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, realizó una visita histórica a Trípoli, desde donde aclaró que “hay un largo camino por recorrer” pero luego agregó que la visita “demuestra que Estados Unidos no tiene enemigos permanentes y que si algunos países están dispuestos a hacer cambios estratégicos o de orientación, Estados Unidos está dispuesto a responderles. Libia y Estados Unidos comparten intereses permanentes que son la cooperación en la lucha contra el terrorismo, el comercio, la proliferación nuclear, África, los derechos humanos y la democracia”.
Gadafi se acercó a Estados Unidos pero no se alejó de los gobiernos progresistas de América Latina, mantuvo fluidas relaciones con la Venezuela bolivariana, con el nacido Estado Plurinacional de Bolivia y con la Nicaragua sandinista.
La preguntas surgen espontáneas: ¿Quién es Muamar Gadafi? ¿Cómo debemos ubicarnos desde una visión progresista ante los últimos sucesos acontecidos en Libia?
A continuación sumaremos a este debate la postura del gobierno venezolano a partir de dos declaraciones, la de su presidente, Hugo Chávez y la de su canciller Nicolás
Maduro.
Hugo Chávez:
“Desde aquí con este corazón un rezo por la paz en Libia y una denuncia por el doble rasero de quienes la condenaron de inmediato y guardan silencio con los bombardeos de Israel y las masacres en Irak y Afganistán, naciones invadidas por Estados Unidos”.
Nicolás Maduro:
“Libia está en un proceso de guerra civil, compleja difícil, seguramente pasarán los días y las semanas y podremos saber a fondo la verdad. Nosotros repudiamos la violencia pero hay que analizar el conflicto libio con objetividad, están creando condiciones como denuncia el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, se están creando condiciones para justificar una invasión militar a Libia y el objetivo central de una invasión a Libia es el mismo objetivo que tuvo Bush (George W), tomar el petróleo de Libia, desgajar a Libia en veinte pedazos y quitarle a la OPEP uno de sus puntales fundamentales. Nosotros abogamos por la paz del pueblo Libio, porque mantenga su unidad nacional, porque por la vía pacífica encuentre respuestas a sus problemas, porque cese la guerra civil”.
Y ahora se abre una discusión necesaria. Ricardo Bajo H. critica la posición del Canciller venezolano en el programa Contextos, que emitimos diariamente por las emisora estatales de Bolivia y Venezuela (www.patrianueva.bo – www.laradiodelsur.com):
“Yo disiento de lo que acaba de decir el compañero Nicolás Maduro, creo que Gadafi no es uno de los nuestros y aquí hemos venido discutiendo varios días sobre las estrategias comunicacionales mediáticas de lo que esta pasando en Libia, todos estamos de acuerdo en que tenemos demasiada poca información para tener un juicio exacto y redondo de lo que está pasando, pero yo reitero lo que he venido sosteniendo todos estos días, Gadafi no es uno de los míos, no es uno de los nuestros. Creo que no podemos diferenciar entre dictadores buenos y malos, amigos nuestros o no amigos, creo que entraríamos a hacer lo mismo que hacen los gringos. Esa denuncia de la hipocresía, creo que tapa o intenta tapar los crímenes o las violaciones a los derechos humanos que está habiendo ahora contra el pueblo libio”.
¿Cuál es entonces el eje de la discusión?
¿Debemos pones énfasis en la violaciones a los derechos humanos promovidas por el gobierno de Gadafi para condenarlas, o centramos nuestra denuncia en las intenciones de las potencias hegemónicas y en la hipocresía del sistema?
Adicionalmente sabemos también que EE.UU. y sus aliados utilizan mediáticamente esas -muy deficientemente demostradas- violaciones a los derechos humanos para demonizar a Gadafi y así justificar incluso una posible operación militar contra su país.
El director del periódico venezolano Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, habla sobre el tema en su habitual columna dominical:
“Casi toda la información que nos transmiten de esos sucesos, en especial los primeros días, estuvo orientada a afectar la imagen del gobierno de Gadafi y favorecer a quienes se han sublevado. No ha privado en esos corresponsales el esfuerzo por difundir la realidad de cuanto ocurría. Difundían especies y rumores sin confirmación alguna. Buscar y escribir la verdad no fue la norma ética de muchos de esos periodistas y medios.
¿De dónde sacaron las noticias que ‘aviones militares libios…bombardearon varios lugares’ de Tripoli, como informó Arabiya TV el lunes 21 y que ‘al menos 250 personas habían muerto en la capital en los bombardeos del Ejército del Aire contra los manifestantes…’ como transmitió ese mismo día Al Jazira? No presentaron ninguna imagen de los efectos de los bombardeos, y cinco días después no las habían podido ofrecer. Alguna agencia explicó que leales a Gadafi ¡habían limpiado las calles y escondido los escombros! ¿Y cómo es que ningún edificio resultara dañado? Todo eso lo habían dicho "testigos" no identificados, por supuesto”.
El cierre me lo reservo para mí durante la discusión antes mencionada con Ricardo Bajo H. en Contextos:
“A mí para cerrar un poco todo esto me indigna profundamente que ahora la comunidad internacional se rasgue las vestiduras por lo que pasa en Libia, que yo estoy de acuerdo, vamos a la Corte Penal Internacional y condenemos a Gadafi porque mató a 300 personas, vamos que se haga el juicio, se demuestra y lo condenamos, pero después volvemos a casa y nos matamos de risa…¿Y a Bush cuándo lo condenamos? ¿Y a Obama por seguir matando en Afganistán y Pakistán cuándo lo condenamos? A mí me indigna este doble rasero y ahora no le voy a hacer el jueguito a toda la indignación mundial… ¡qué bueno que se junte el Consejo de Seguridad y que vayan y que manden una misión militar a Libia! ¡No! dejémonos de joder, no puede ser, no puede ser que tenga está lógica el sistema que gobierna el mundo”.
¿Cuál es entonces la postura que debemos asumir?
Mejor decídanlo usted y su conciencia.

miércoles, 23 de febrero de 2011

domingo, 6 de febrero de 2011

Por qué EE.UU. no quiere perder Egipto


Los sucesos de las últimas semanas en el norte de África y parte del Medio Oriente nos obligan a reflexionar sobre algunos países que permanecían marginados del habitual análisis geopolítico; y al realizar este ejercicio vuelve a evidenciarse que el concepto de imperio aparece más vigente que nunca.
En Egipto pareciera ser que la última palabra sobre la forma de establecer la continuidad de su sistema político la tiene Washington y no El Cairo.
Estados Unidos avaló durante años a quien hoy la prensa hegemónica occidental descubre como el dictador Hosni Mubarak.
El ultraconservador exvicepresidente de George W. Bush, Richard Cheney, calificó a Mubarak, de viejo amigo y aliado de Estados Unidos, también instó a la Casa Blanca a tener eso en consideración al tratar la crisis en ese país.
El ideólogo de la invasión a Irak aseguró: “Creo que Mubarak necesita ser tratado como se merece, porque ha sido un buen amigo”.
Cheney recordó que el dictador colaboró con Estados Unidos durante la Guerra del Golfo de 1991 al permitir la presencia de aviones estadounidenses.
Parece ser que la línea expresada por el viejo halcón no es marginal, el enviado de Barack Obama a Egipto, Frank Wisner, definió: “La continuidad de Mubarak en el liderazgo político de Egipto es fundamental: es la oportunidad con la que cuenta para escribir su propio legado”.
Egipto es el segundo cliente más importante para la industria armamentística estadounidense detrás de Israel. Se calcula que Mubarak gasta entre 1.200 y 2.000 millones de dólares anuales en comprarle armas a Estados Unidos.
Este dato nos abre el camino para entender el por qué Washington no puede permitirse un gobierno no adicto en El Cairo (capital de Egipto). Si Washington no puede permitir que el arsenal atómico paquistaní pase a manos islámicas, la misma lógica debe plantearse para el multimillonario arsenal de Egipto.

Geopolítica regional
En Asia Central, el Medio Oriente, en todo el norte de África y hasta el conocido cuerno donde se enclava Somalia existe una feroz batalla liderada por Washington y sus gobiernos aliados por frenar el avance de los movimientos islamistas.
Los puntos más calientes de esta contienda son Pakistán, Afganistán, Irak, Líbano, Yemen y Somalia.
Con los últimos levantamientos populares se suman a la preocupación imperial Túnez, Egipto y Jordania.
Para frenar distintos tipos de islamismo en estas regiones Washington arma y avala feroces operativos militares contra los talibanes en el noroeste de Pakistán; invade Afganistán con más de 100 mil soldados, maniobra políticamente –otra vez con más de 100 mil soldados- en Irak; hace lo imposible por frenar la llegada de Hizbulá (el Partido de Dios) al poder en el Líbano; cataloga de terrorista al gobierno democráticamente electo de Hamás en la Franja de Gaza y colma de agentes de la CIA a Yemen para combatir a los campamentos de Al Qaeda en el sur de la Península Arábiga.
A fin de 2006 un grupo político militar islámico conocido como las Cortes, tomó el poder en Mogadiscio, capital de Somalia. Estados Unidos ordenó al gobierno de Etiopía invadir Somalia para derrocar a los islamistas; lograron su objetivo, pero la batalla en está lejos de terminar.
Estos datos nos ayudan a entender cuan fuerte juega Washington en la región.

Egipto
Egipto no es la pauperizada Somalia, es una potencia regional con un ejército altamente equipado. El Cairo está muy cerca de Tel Aviv (Israel) y Mubarak ha sido un factor principal a la hora de mantener los intereses árabes mucho más cerca de Washington y Tel Aviv que del pueblo palestino, eso no debe cambiar.
Durante las primeras décadas de la segunda mitad del siglo pasado Egipto fue un faro para muchos países en la región y en el mundo, la cuna del nacionalismo árabe encabezado por Gamal Abdel Nasser.
Washington conoce la capacidad de influencia de Egipto en la región, Nasser inspiró la revolución libia liderada por Muamar Kadafi y al partido Baas de Saddam Hussein en Irak.
Esto quiere decir que si un proceso contrahegemónico o anti imperialista surge hoy en Egipto, los efectos para la estrategia de Washington en la región podrían ser devastadores.
Hasta ahora no aparece ningún grupo político que pueda capitalizar el descontento con el régimen de Mubarak, ni por el lado del nacionalismo árabe, ni por el lado del islamismo. No existe en el Egipto actual nada similar al Movimiento de Resistencia Islámico Hamás que gobierna la vecina Franja de Gaza, ni al Partido de Dios que está cada vez más cerca de lograr la hegemonía política en el Líbano.


Evo e Irán en escena
En la línea de fortalecer su proyección internacional el presidente de Bolivia, Evo Morales, sumó su visión desde el Foro Social Mundial en Senegal: "Hay una rebelión de países árabes contra el imperio norteamericano, esa lucha de los pueblos va a ser imparable por más que el Gobierno de Estados Unidos financie millones y millones para acabar con esos movimientos sociales".
Los líderes de la República Islámica de Irán –el gran enemigo geoestratégico del imperio dentro del mundo musulmán- juegan sus fichas.
El líder supremo de la Revolución, el ayatolá Alí Jamenei celebró lo que calificó como un "movimiento de liberación islámico" en el mundo árabe, y aconsejó a los pueblos de Egipto y Túnez que se unan en torno a su religión y en contra de Occidente.
Jamenei dijo que la revolución iraní de 1979, que depuso al sha apoyado por Estados Unidos y estableció la república islámica, podría servir como patrón en otras insurrecciones árabes.
"El despertar del pueblo islámico egipcio es un movimiento de liberación islámico y yo, en nombre del Gobierno iraní, saludo al pueblo egipcio y al pueblo tunecino", dijo Jamenei a los fieles en las tradicionales plegarias del viernes en Teherán, la capital de Irán.
Washington toma nota, que los islamistas avancen en los territorios palestinos o en el Líbano es un problema muy serio, si toman El Cairo sería una catástrofe.
Washington logró mantener en pié a su dictador aliado durante 30 años; hasta el cierre de esta edición la suerte de Mubarak todavía no estaba echada. Con cientos de miles de egipcios en las calles demandando democracia, mantener al tirano es una labor compleja.
Una nota del periódico New York Times desnudaba las intenciones del imperio para poder seguir controlando Egipto: cerrar un acuerdo entre las Fuerzas Armadas y el vicepresidente Omar Suleiman y apartar a Mubarak retirándolo a su residencia estival de Sharm el Sheik; otra posibilidad sería enviarlo a un chequeo médico a Alemania.
Las fichas seguirán moviéndose y Washington hará lo imposible por mantener su hegemonía en Egipto. El resultado final de esta partida dependerá probablemente de la voluntad transformadora de las masas que estas semanas ocupan las calles egipcias.