El traspié electoral sufrido por las filas revolucionarias el pasado 2 de diciembre en Venezuela nos invita al ejercicio necesario del análisis y la autocrítica desde diferentes ámbitos.
Dentro del actual contexto sociopolítico mundial, el papel de los medios de comunicación reviste un carácter de primerísima importancia, creo que todos estamos de acuerdo en este postulado.
Llevamos casi nueve años de Revolución Bolivariana, en ese periodo años el presidente, Hugo Chávez, ha demostrado una potente voluntad política por establecer un aparato comunicacional que esté en condiciones de combatir culturalmente los postulados hegemónicos impartidos desde Washington.
Sin embargo, este 2 de diciembre nos muestra –entre otras cosas- que establecer nuevas estructuras no nos garantiza el éxito comunicacional per se, pues las nuevas estructuras no están siendo eficaces.
Para armar el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, el imperialismo y la oposición contaron con todo un arsenal mediático, y agentes convencidos, que desde las redacciones de Globovisión, Televen, RCTV y Venevisión, manipularon y fomentaron la vía insurreccional. Fueron derrotados.
Cinco años más tarde nosotros creamos Vive, Telesur, Ávila TV, y recuperamos para la ciudadanía de forma soberana, legal y legítima la señal de RCTV. Sin embargo, esta vez fuimos derrotados por Globovisión, que nos marcó la agenda informativa. No pudimos desmontar a nivel nacional ni internacional que los violentos y represores éramos nosotros, no pudimos explicar nuestro proyecto ni desmentir que el carnicero se iba a quedar sin la carnicería, ni la renovada operación Peter Pan, por la cual el gobierno venezolano iba a secuestrar a los hijos de los brazos de sus padres.
El caso Telesur
Hablaré de Telesur en torno a cuatro ejes, primero como espectador, en segundo lugar como trabajador de los medios, como ex periodista de la emisora, y en definitiva para hacer mi aporte a la (necesaria) discusión iniciada por los compañeros Carlos Tena, May Graterol y Santiago Alba Rico.
Todos confluimos en la certeza de que nos encontramos en medio de una guerra mediática que sin duda, puede equipararse a la vivida durante la guerra fría. Según afirma el pensador Thierry Meyssan, un periodista de la agencia Reuters asiste diariamente a reuniones en el Pentágono, desde donde se diseñan la agenda informativa mundial.
Dentro de este marco, la batalla mediática de las estructuras dependientes del capitalismo neoliberal en contra de Venezuela se multiplicó de cara al referéndum constitucional que ingresaría a la República Bolivariana al marco de un nuevo socialismo.
Casos puntuales
Caso 1: El día 7 de noviembre pasado, estudiantes opositores cercaron a un grupo de ciudadanos en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela. Ante la virulencia de los ataques perpetrados por estos jóvenes, simpatizantes del oficialismo que estaban dentro del edificio convocaron a un grupo de militantes que acudieron al lugar portando armas de fuego, estas fueron utilizadas para cubrir la retirada de las personas que se encontraban en el edificio. No hubo ninguna víctima fatal.
Globovisión manipuló la información de lo ocurrido y vendió la versión de que los chavistas tuvieron un encontronazo con la oposición, los chavistas estaban armados y dispararon contra los opositores, esta hipótesis se esparció en los grandes medios internacionales..
Si yo fuera un ciudadano del mundo interesado en buscar una alternativa informativa para lo que ocurre en Venezuela, pudiera sintonizar la señal de Telesur vía satelite. Si así lo hiciera, me hubiera encontrado ese día con una corresponsal que desde el lugar de los hechos se limitaba a presentar la existencia de dos versiones, la verídica y la falsa que regó Globovisión.
Caso 2: Soy el mismo ciudadano y el día 27 de noviembre enciendo Telesur, voy a enterarme de lo ocurrido durante la rebelión militar de 1992, entonces me encuentro con un presentador que me explica que ese día en Venezuela ocurrió un intento de golpe de Estado.
Caso 3: Repetiré el ejercicio entre el 2 de diciembre por la noche y el 3 por la madrugada, pues quiero enterarme de los pormenores del referéndum, un hecho noticioso trascendental para la actualidad de nuestro continente. Sin embargo, si sintonizo Telesur me encuentro con programación no informativa, para estar al tanto de los últimos sucesos, debo optar por Globovisión.
Caso 4: Para desmontar la imagen de los estudiantes opositores y evidenciar su estrategia penetrada por el imperialismo, Telesur mostró un documental el pasado viernes 7 de diciembre, cinco días después de haber sufrido la derrota electoral. El documental ya estaba disponible en el canal antes del referéndum, ¿por qué esperaron al día siete para su emisión?
Razones
Telesur es la señal internacional de Venezuela, fue creada por mandato del presidente Chávez para combatir la guerra orquestada por la dictadura mediática mundial contra esta revolución.
En medio de esta feroz campaña, Telesur no puede legitimar las falsedades divulgadas por Globovisión (caso 1), Telesur no puede decirle al mundo que el 27 de noviembre hubo un intento de golpe de Estado (caso 2), porque legitima, una vez más, la imagen de golpista con la que se ataca al presidente Chávez y a sus seguidores. Telesur, a más de dos años de su creación, tampoco puede ofrecernos una cobertura deficiente del referéndum, no puede obligarnos a sintonizar Globovisión, pues si es así, está fracasando (caso3).
El documental de denuncia sobre la estrategia de los estudiantes opositores, debimos verlo antes del referéndum (caso 4), estas fallas son imperdonables pues el enemigo nos sometió a un bombardeo constante y nosotros lanzamos nuestras bombas 5 días después de concluida la batalla.
Si estamos en una guerra comunicacional debemos tener soldados, capitanes, coroneles y un general en jefe consustanciados en la defensa de nuestra causa; y sobre todo coroneles y el general en jefe deben tener una ascendencia moral sobre nuestra tropa.
Al transmitir esos contenidos fallidos, Telesur está aprovisionando al ejército enemigo, no nos está ayudando en la enorme batalla cultural que tenemos por delante. La versión de Globovisión puede ser cierta porque hay un soldado mal informado que la escribió (el comunicador de Telesur), hay un capitán que la corrigió (el jefe de redacción) y hay un coronel que se sentó con ellos a discutir qué había pasado (el director o la directora de información encargada), esos mandos medios no creen en esta revolución ni tienen ninguna ascendencia moral sobre la tropa. El general en jefe por su parte los eligió a todos ellos.
Uno de los nuevos coroneles dentro de esta titánica batalla (y cito un solo caso, acaso el más obsceno) fungía hasta hace poco tiempo como productor de uno de los programas más reaccionarios de la golpista RCTV. No se trata de promover un ataque personal contra X individuo, se trata de evidenciar una falla estructural grave a partir de un perfil particular que evidentemente está alejado de nuestras necesidades urgentes.
El periodista Carlos Tena ha pedido la dimisión de toda la directiva del canal en virtud de su fracaso. May Graterol, una de las responsables de Telesur, lanzó un ataque personal contra Tena, y argumentó que la remoción de esa cúpula significaría la destrucción de Telesur, la mera exigencia de dimisiones provocó un ataque de pánico. El filósofo Santiago Alba Rico (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60137) y formuló varios interrogantes a Graterol, entre los que se encuentran las siguientes. Cito:
¿qué tiene que decirnos May Graterol de la relación entre Telesur y Mediapro? ¿Ha habido una “purga” ideológica de periodistas en la cadena? ¿Cuál es el modelo informativo que realmente defiende? ¿De qué modo está participando su magnífico plantel de consejo asesor en la definición de los contenidos? La escuela de formación John Reed, tan encomiable como necesaria, pero de la que no encuentro información ni en Internet ni en la página de Telesur, ¿qué programa de enseñanza ofrece y quiénes son los responsables de los cursos de formación?
La relación entre Telesur y Mediapro evidencia la falta de dirección de este ejército de comunicadores, y la penetración del mismo por el enemigo. Para trazar un paralelismo, podríamos enviar a nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana a realizar cursos de formación técnica a la Escuela de las Américas. Esta no parece ser un buen plan de lucha para iniciar la enorme batalla comunicacional que tenemos por delante.
¿Hubo una purga ideológica de periodistas?
Hace pocas semanas asistí a un bar situado cerca del centro de Caracas, me acompañaban 3 o 4 ex trabajadores de Telesur. Al promediar la noche se había formado en el lugar un grupo de compañeros que nos encontrábamos allí intercambiando. Me detuve por un momento a analizar la composición de ese grupo y contabilicé 11 periodistas que pasaron por esa emisora. Todos ellos salimos del canal o fuimos expulsados, y nuestra desvinculación estuvo enmarcada por conflictos más o menos agudos con capitanes, coroneles o comandantes de Telesur. Creo que podría tipificarse como un ejemplo de persecución política, o cuanto menos de marginación sistemática.
Más de 90 por ciento de los profesionales que se alejaron de Telesur por estos hechos, continúan colaborando activamente con la revolución desde otros organismos estatales, la mayoría eramos soldados rasos, pero también hay capitanes y coroneles. Ninguno se fue a trabajar a Globovisión o a la CNN.
¿El consejo asesor?
En los casi 2 años que me tocó cumplir labores como redactor en Telesur, puedo asegurar que la posibilidad de enriquecernos con cualquier tipo de intercambio con el rico plantel de personalidades que conforman en consejo asesor de Telesur fue nula, al igual que su influencia real en la decisión diaria de los contenidos. Lamentablemente una posibilidad desperdiciada. Existen por tanto unos asesores formales integrados por lo más granado de los intelectuales de la izquierda mundial, que además conoce de televisión, pero que nunca les han llevado al canal y no han hablado con los periodistas que allí trabajan.
Hay otros asesores, los de una multinacional española vinculada a Televisa mexicana y Caracol colombiana, que son los que han estado impartiendo directrices durante semanas a los profesionales en la sede.
Demás está agregar que la Escuela de formación John Reed no existe. No ha existido voluntad alguna en las autoridades del canal por formar a los periodistas del canal. Tampoco se hace nada por evitar el éxodo de profesionales que ha vivido la emisora desde su fundación. Ante las críticas incontrastables a las que se ha sometido a los responsables del canal, tanto interna como externamente, la respuesta siempre es la misma, intenta ocultar el conflicto, se dice lo que supuestamente se hará, o se promueve la descalificación del portador de la crítica.
Lamento informarle compañero Alba Rico, que no obtendrá ninguna respuesta consistente y argumental a sus interrogantes, pues no existen ni los argumentos ni la autoridad moral que serían imprescindibles para darle la respuesta que merece.
Las pruebas de lo que sostienen estás líneas están a la orden de cualquiera que las solicite.
Lo que aquí se ha pretendido evidenciar trasciende ampliamente el plano personal, nuestros errores están a la vista, debemos corregirlos y ponernos a la altura de la confrontación, de otra manera ante batallas futuras, nos seguirá golpeando un enemigo que no descansa y tiene sus estructuras perfectamente aceitadas.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
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